Investigadores del Centro de Investigación abordan cómo la microbiota intestinal puede contribuir a nuestro proceso de salud, tanto emocional como cognitiva, viéndose condicionada por la dieta o la exposición a diferentes sustancias, como pesticidas o antibióticos. A través del eje intestino-cerebro, los microorganismos que colonizan nuestro tracto digestivo pueden modular el funcionamiento de distintas estructuras cerebrales, repercutiendo de este modo en la conducta. Si bien los resultados iniciales son prometedores, es necesaria más investigación para determinar los mecanismos implicados y su alcance.
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